Séptima entrega de nuestro repaso cronológico por las reseñas del Daily Bugle: Edición Cine, en la que recuperamos y actualizamos la sección publicada originalmente en Marvel Age #22 (octubre de 2017):
Nadie vio venir el relámpago de Blade (1998), pero el trueno de X-Men (2000) todavía resuena en el Universo Cinemático de Marvel Studios. Se la suele reducir sin embargo a un mero puente hacia la eclosión de Spider-Man (2002), pero ni el Dhampiro había protagonizado una película de superhéroes, ni el público generalista lo identificaba con Marvel, sino que fueron los mutantes quienes marcaron el nuevo paradigma del género, tras su desahucio por Batman y Robin en 1997. También en los cómics, propiciando el relevo en la Dirección Editorial de Marvel de Bob Harras por Joe Quesada, por su incapacidad para aprovechar el nuevo tiempo marcado por la revolución fílmica de los mutantes.
Pese a ello, se vinculan una y otra vez las licencias de Marvel a su bancarrota de 1996, en contraposición al actual Universo Cinemático de Marvel Studios, como si se trataran de reliquias del pasado, cuando no del precio de su rescate por Hollywood. Por eso hemos decidido dividir en dos partes nuestro repaso de X-Men, como piedra angular de la franquicia más longeva de la historia del género, para diseccionar en este primer parte cuál fue la base de dichas franquicias.
La realidad es que Marvel venía licenciando sus personajes desde mucho antes de la bancarrota, antes bien, desde sus mismos comienzos en la Edad de Oro, si nos remontamos al serial del Capitán América (1944), porque sencillamente, careció hasta 2005 de la capacidad financiera para adaptarlos por sí misma. Con el dudoso paréntesis de su pertenencia a una productora eminentemente televisiva como New World Pictures, de 1986 a 1989, y después la de ambos al conglomerado empresarial de Ron Perlman, MacAndrews & Forbes, hasta 1996. Que fue sin embargo la que derivó en una Marvel encallada en la serie-B, en la que profundizamos en nuestras anterores entregas dedicadas a The Punisher. El Vengador (1989), Capitán America (1990), y Los años oscuros de Marvel en el cine.
El apoyo de las major de Hollywood durante la década posterior representó por el contrario toda una segunda oportunidad para Marvel, tras el descalabro de Universal Pictures y Lucasfilm, con Howard… un nuevo héroe (1986), que fue primeramente lo que la había puesto en manos de New World y la alejó doce largos años de las salas de cine. Muy probablemente su última oportunidad, una vez se declaró su bancarrota y la misma supervivencia de la editorial dependía de esta única carta.
En tales circunstancias, la alianza con Fox fue tan estratégica como fortuita: la presidenta de Marvel Productions bajo New World, Margaret Loesch (en la imagen, junto a Stan Lee y el presidente de Marvel Entertainment, James Galton, en 1986) había recalado al frente de la nueva cadena Fox Kids tras la irrupción de MacAndrews & Forbes en Marvel. Antes de su salida, dejó el piloto animado de Pryde of the X-Men (1989), que retomaría su sucesor, Avi Arad, en forma de la serie animada de La Patrulla-X, de 1992 a 1996, precisamente en Fox Kids y gracias a Loesch.
Arad probablemente no pretendiera más que promocionar su nueva línea de muñecos con la serie, como diseñador jefe y copropietario de la juguetera Toy Biz, recién incorporada por Perlman al conglomerado de Marvel. No parece casual, por ejemplo, que ya nos quisiera vender a Veneno en la foto más antigua que hemos localizado suya, en Marvel Age #137 (1994). Pero su Universo Animado Marvel cerró por fin el circuito entre la explotación editorial y el merchandising, pasando por sus adaptaciones. Además de sentar el primer precedente del actual Universo Cinemático, que él mismo emprendería. Un largo camino cuyo primer paso fue reestructurar Marvel Productions, para situarse al frente de Marvel Films, en 1993. Y trazar el camino de los mutantes hacia la gran pantalla, licenciándoselos inmediatamente a Fox en base a su éxito animado, cuando quebró su anterior licenciataria, Carolco Pictures, en 1995. Que también era la licenciataria de Spiderman, pero lamentablente éste se vio atrapado en medio de una batalla legal con sus socios.
Para cuando Fox se hizo con los derechos cinematográficos del Homo Superior, proyectaba ya Daredevil, Los Cuatro Fantásticos y Estela Plateada. Al mismo tiempo, cerró otro acuerdo con Marvel y New World para producir tres series de televisión en imagen real de Generación-X, Nick Furia y La Viuda Negra en Fox Network, de las que sólo verían la luz los capítulos piloto de las dos primeras. Ambos fallidos, pese a una relativa mejora en términos de producción respecto a los telefilmes de las tres décadas anteriores, equiparable a éxitos televisivos de la época pero aún insuficiente para los superhéroes.
Si bien, Generation-X (1996) ensaya bajo su modesta apariencia algunos elementos narrativos de la futura franquicia mutante, como la misma localización de la Escuela de Xavier en el castillo Hatley de Vancouver, que curiosamente también sería después la mansión de Lex Luthor en Smalville y la de Oliver Queen en Arrow. Lo que no tiene nada de extraño, desarrollándose el libreto de X-Men simultáneamente al de la primera película. Más sorprendentes son las conexiones de Generation-X con la la muy posterior serie de Legion. Sorprende que optaran por la cuarta generación de estudiantes-X, que apenas llevaba un año en los kioscos, si es que el cómic no mirara ya desde el comienzo hacia la serie. Como fuera, se trataba de no hipotecar el futuro cinematográfico de los grandes iconos. No en vano, Bryan Singer firmaría como director de X-Men apenas cuatro meses después de su estreno. Además es la última producción de New World, que sería acto seguido absorbida por Fox, para dar paso a Marvel Studios, con Arad al frente. Pero antes de acabara el año, llegó también la declaración de quiebra de Marvel Enterprises, con lo que Nick Fury Agent of S.H.I.E.L.D. (1998) llegó ya bajo el sello del nuevo estudio, pero en plena administración concursal, de la que finalmente emergería Toy Biz al frente de la “NeoMarvel”, apenas tres meses después, para el estreno de de Blade.
Con Hulk en desarrollo por Universal, también desde 1995, y Spider-Man saliendo por fin de los tribunales en manos de Sony en 1999, las tres grandes propiedades de Marvel estaban de pronto en marcha. Pero La Casa estaba dispuesta a no seguir cediendo sin control sus Ideas. Marvel Studios renunciaba a la exigua capacidad de producción de New World para integrarse por primera vez orgánicamente en Marvel Entertainment. Si bien, la muy libre adaptación de X-Men desmiente en contraposición con los mucho más literales subproductos previos, que dicha cercania a la editorial implicara ninguna mayor literalidad.
Aunque sí paradójicamente una mayor participación creativa: la financiación y distribución seguirían corriendo enteramente de parte de los licenciatarios, pero ya no se trata de producciones externas, sino de coproducciones, ofreciendo sus personajes junto a un esbozo de equipo artístico y de producción. Con Arad como productor ejecutivo, y cabe destacar en X-Men, el debut de Kevin Feige como productor asociado, aunque todavía en representación de The Donners Company, a la que Fox había confiado su realización, para ser inmediatamete fichado por Arad.
La experiencia de las coproducciones de Marvel Studios resultó capital para su posterior salto a la autoproducción, Pero no debe considerarse tan sólo una fase intermedia, porque las licencias son a perpetuidad mientras sigan activas, como aún lo sigue la de Spiderman y lo haría con toda probailidad la de la Patrulla-X, de no haber adquirido mucho después Disney a su licenciataria, a destacar que aún le licenciaría a Fox su expansión televisiva tan tarde como en 2015. El viaje de vuelta, veinte años después, de Generation-X a X-Men. Y ojo, que la cabeza de Fox durante los noventa y los dos mil, Tom Rothman (en la imagen, junto a Arad), está actualmente al frente de Sony Pictures, t por tanto de la franquicia arácnida.
La coexistencia de distintas franquicias en Marvel multiplicó en definitiva sus adaptaciones y forzó al Universo Cinemático a trascender más allá de sus iconos, y a la postre al conjunto del género, para no perderle el ritmo. Porque vaivenes corporativos al margen, la vigencia de cualquier franquicia no la marca su procedencia, sino su capacidad de seguir creciendo y reinventándose. Y la base de todo ello fue cuando X-Men reconstruyó en primer lugar el género superheroico.