Esto no es una crítica de Vengadores: Endgame

Y me permito recomendarte que no leas ninguna antes de ver la película. O yo por lo menos no sabría escribir sobre ella sin reventártela, no tanto por no despejar las quinielas, sino por permitirte vivir en primera persona el primer verdadero desenlace del género superheroico en el cine, romper sus reglas, mirar al destino de frente y agarrarte a la butaca ciento ochenta minutos que valen por  once años y una vida lectora. Pero lo que sí puedo es compartir la emoción de un estreno que es mucho más un estreno para quienes hemos acompañado a cada nuevo héroe, guardián o mago, once franquicias unidas y unos Vengadores desunidos, hasta su final inevitable,  su mayor aventura y la más íntima, la última jugada.

Vengadores: Endgame culmina y a la vez revive todo ese viaje, lo que puede limitar su espectro de público al espectador de la Saga del Infinito, o al menos su completo disfrute, pero la ocasión lo merece. El evento ya pertenece más por derecho al espectador que al propio lector, por cuanto su arquitectura de referencias son definitivamente las películas. Pero aún en los puntos en que llega a independizarse del cómic, como lector me rindo ante sus hallazgos, honrando en la misma medida a los personajes y sus creadores. Y a sus cineastas. El Universo Cinemático arrancó desde el Ciclo Heroico, con un pie en el Ultimate, descubriendo poco a poco sus cimientos clásicos. Pero ahora se emancipa con su propio Marvel Now!. Hasta el punto de que creo que Marvel Now! pudo ser filosóficamente un ensayo de lo que está por venir.

Y así hemos vivido seis décadas en una, hasta enfrentarnos a la página que el cómic nunca se atrevió a pasar. El verdadero enemigo inevitable para el que ningún lector ni espectador estábamos preparados:

El tiempo ha llegado a Marvel.

(Reseñaremos Vengadores: Endgame, próximamente, en Marvel Age nº 42)

 

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